8 de octubre de 2010

¡Si crees verdaderamente en algo, siempre creerás en ello!

Existen noches en las que a casa llego, lleno de miedo, y si una vez en la cama oigo el sonido del basurero, con su camión, resplandor de sirena, cojo y me altero.
Y pasa un rato, intranquilo, tenso... Y luego me duermo.
Sé que vendrán, sé que es complicado escapar, pero seguiré siendo lo que deseo.
Pienso en amigas y compañeros que van cayendo, otros con años de cruel aislamiento, en vida muertos, y necesito hacer algo, soy culo inquieto: Oler a humo, leer que hubo fuego.
Algún día, madre, comprenderás esto y volverás a llorar, como yo lo he hecho.
Me han hecho insensible al dolor ajeno, si es enemigo quien cae al suelo, da igual la sangre, la friegan luego.
Las impotencias, los sobresaltos, miradas de hielo... Se llevan dentro (En el recuerdo), las situaciones, todos los miedos, las paranoias, el desconsuelo.
Algún día, madre, comprenderé esto y volveré a llorar como tú lo has hecho. Y es que dejar de luchar no es que no quiera: ES QUE NO PUEDO.

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